DESCRIPCIÓN:
Conjunto de grandes dimensiones donde destacan la antigua iglesia, de planta de cruz latina, el patio cerrado, antiguo claustro y la torre, antiguamente almenada. La iglesia, de dimensiones apreciables, hoy muy transformada, presenta cubierta de bóveda de medio cañón, arcos fajones y lunetos en la nave, capilla mayor y brazos de transepto, mientras que el crucero tiene una cúpula sobre pechinas ricamente decorada con motivos vegetales de estuco y emblemas. Aunque la bóveda de la capilla mayor esta cegada, los testimonios orales indican que también conserva decoración de estuco. A los pies se sitúa el coro sobre bóveda de medio cañón rebajada. La tradicional portada latericia toscana se localiza a los pies, y a su derecha también se conserva la portada del convento, que repite el esquema de arco de medio punto entre pilastras y entablamento, encontrándose ambas muy transformadas. La torre aparece desmochada y se localiza a los pies. En la actualidad, el interior de la iglesia aparece dividido en dos plantas y numerosas habitaciones. No obstante, el conjunto arquitectónico se conserva en buen estado. A los pies y en la planta superior aparece el coro, soportado por una bóveda similar a la del conjunto de la nave. En el exterior presenta contrafuertes.
ASPECTOS HISTÓRICOS:
En 1646 se fundó el convento franciscano de San Juan Bautista de Ugíjar por el R.P fray Francisco Soriano. A finales del siglo XVIII o comienzos del XIX se reparó la torre. Tras la desamortización, en 1838 se estableció un colegio de humanidades o de segunda enseñanza. A comienzos del siglo XX ya se había derrumbado la cúpula del crucero. En el siglo XX, la antigua iglesia se transformó en posada, para lo que fue necesario dividir el espacio en dos plantas y distintas habitaciones, utilizándose como tal en distintas fases, siendo adquirida en 1.939 por D. Fº Marín Fernández que mantuvo la actividad hasta bien entrada la segunda mitad del S. XX. Recientemente adquirido por un nuevo propietario para fines turísticos.
INTERES ETNOLÓGICO:
Es uno de los pocos testimonios de arquitectura conventual que se conserva en Las Alpujarras. Destaca también por la rica decoración de estuco de las pechinas; solución decorativa muy escasa en Las Alpujarras. Posiblemente subsisten distintos frescos bajo los falsos techos.
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